lunes, abril 27, 2009

(...) not even the rain










Primero se destrozó la calle, en mil pedazos, no quedó nada. Ni las farolas, ni las tiendas, ni las baldosas. Nada. Después se destrozaron los coches, los espejos, las ruedas, los asientos de atrás, las maletas llenas se esparcieron por el aire y se destrozaron todas en mil pedazos más. Después comenzaron a destrozarse los edificios, los buzones, las camas, las cocinas desoladas, el piano, las plantas de las terrazas se esparcieron por el aire y se destrozaron en mil pedazos, otros mil pedazos más.

Se destrozaron las mudas carreteras. Y los carteles que unían los caminos. Se derruyeron las casas blancas que rodeaban a las ciudades y en el aire convulso confluyeron todas ellas, derruidas. Se destrozó el mar agitado y la arena estalló en mil pedazos más.

Cuando todo estuvo hueco y destrozado, él salió de su escondite y fue a buscarla. A ella, que siempre habitaba todos los espacios.