martes, septiembre 29, 2009

Figurado


















He llegado tarde. Yo pienso que puntual, pero al cabo o a veces resulta que llego tarde. Estaba casi anocheciendo, un resquicio de puerta entreabierta me invitaba a pasar o desistir. ¿Desistir? Nunca, aunque quizá hoy sí debiera. Aún así entré y compré las últimas fresas del supermercado, las que te miran con su cara sonrojada, su intenso tallo verde (¿tan verde? casi parece irreal), su mirada ilusionada y expectante, para decirte: “no me dejes sola”. Ponía OFERTA 3x2. Pero como me sucede últimamente, la única opción era 1 por 1. Mejor, pensé, menos posibilidad de error.

De regreso, mientras espero a que macere el azúcar (se mezcle el dulce con el dulce para crear mundos que tapen huecos, vacíos) me he asomado al viento. Al que mece mi hamaca. Me he dejado llevar por él, por él que me lleva solo, sólo, por territorios proscritos. Los de la imaginación... una musa se fija en la veleta, que no deja de girar. Los pájaros ríen alborotados o huyen despavoridos, quién sabe. Buscan, al fin. Y los perceptibles que, escarbando las nubes, me muestran inéditas sus formas ruinosas, cariñosas, diversas, sorprendentes. He logrado cerrar los ojos, después de tanto tiempo que llevan, racionales y aislados, abiertos.

... Y así, de pronto, transportado, me he visto aquí. Figurando que estoy sentado ante los sueños. De pie ante mí. O ante ti. Entre letras. Y ante tu esencia, que sigue sin saber si permanezco con la intuición viva o muerta. Pero sí... que sigo en las nubes. Ellas abajo. Y yo, claro, arriba.