lunes, abril 27, 2009

(...) not even the rain










Primero se destrozó la calle, en mil pedazos, no quedó nada. Ni las farolas, ni las tiendas, ni las baldosas. Nada. Después se destrozaron los coches, los espejos, las ruedas, los asientos de atrás, las maletas llenas se esparcieron por el aire y se destrozaron todas en mil pedazos más. Después comenzaron a destrozarse los edificios, los buzones, las camas, las cocinas desoladas, el piano, las plantas de las terrazas se esparcieron por el aire y se destrozaron en mil pedazos, otros mil pedazos más.

Se destrozaron las mudas carreteras. Y los carteles que unían los caminos. Se derruyeron las casas blancas que rodeaban a las ciudades y en el aire convulso confluyeron todas ellas, derruidas. Se destrozó el mar agitado y la arena estalló en mil pedazos más.

Cuando todo estuvo hueco y destrozado, él salió de su escondite y fue a buscarla. A ella, que siempre habitaba todos los espacios.

domingo, abril 12, 2009

Ruido en entredicho














Trato de pintarlo sobre negro, sobre un negro rugoso, olvidado. Lo pinto y lo vuelvo a pintar, para que no se escuche, para que quede pleno. Una mano, de derecha a izquierda. Otra mano, de izquierda a derecha. Ya está. ¿Se lee? Era un mensaje escrito, pero un día fue un camino. Sobre los árboles, las copas rotas, el horizonte curvo. En la vereda, unos pies ajados, recuerdos atados sin sosiego a sí mismos. En las esquinas, quizá la posibilidad del sol, la sutileza de dos cuerpos y la proyección de una única sombra. Pinto negro sobre negro. Para que no se olvide, para borrar los días fugaces con noches oscuras. Para romper rotundo el futuro, pinto sobre negro, convirtiendo las alas de Urania en ruido, puro ruido.

Lo cuelgo en la pared. Apago las luces. Me tumbo en el suelo. Extiendo los pies. Escondo mis manos. Guardo silencio. Cierro los ojos... Y un papel blanco se desliza pertinaz bajo mi puerta.