Las gotas caen una tras otra
Sssh. Despierta. Alguien susurra a lo lejos. ¿Lo oyes? Espera, muévete. Escucha.
Hace calor. El tráfico es denso, el ruido, ensordecedor. ¿Dónde he escrito antes estas palabras? La carretera sube o baja. Los coches suben o bajan según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja. Adapto a Juan Rulfo y convierto su Comala en mi páramo. Ante mí, el infierno, el paso anterior, tres escalones abajo. Estoy sumido en la acera. Un salto, crash y mudo ahíto a otro mundo. Copié los recuerdos, mimeticé otras pasiones, plagié mis fracasos y dupliqué, falsifiqué, falseé incoherente cada imagen de mis éxitos. ¿Aquello? No era mío. ¿Esa ciudad? Nunca fui. ¿Esas llaves? No abrían casa alguna. Calla, no, no era mi sonido de motor. Ni pensaba lo que decía ni antes ni después de besar. Quizá incluso no fueran ni mis besos si calqué milimétricamente los labios de otros. Pensé que creaba pero al crear, al cabo, mataba. Necesito hacer algo mío. Hace 13 minutos compré una camiseta blanca, este pantalón, sandalias naranjas y una botella, ya caliente, de agua. Me he desnudado, aquí mismo, enfrente del cine y me he vestido, de ‘nuevo’. Es mi momento. Doy un paso, dos. Tres. Ya he avanzado tres metros. El fin –siempre lo supe- es un corto camino sin regreso.
(Más ruido).
Tengo las tres en mi reloj. ¿Las tres? Antes miré y también marcaba las tres. Y antes, igual. Ayer recuerdo haber alzado la vista y ver la misma hora. Ayer. Las tres. Debería de levantarme. Llevo días, quién sabe, quizá sean horas, una semana, tirado en este patio naranja. De adoquines rotos. Con las plantas secas, el agua cortada. El reloj marca las tres, un reloj de agujas torcidas, impávido e inútil. No está en mi mano derecha, se soltó del lastre. Está a tres metros de mí. Cerca del hilo de sangre que mancha con tibieza esta pared blanca, antes impoluta. Antes de matarte. Y arrojarte más allá del muro. Por fin, más allá de mí.
Ya. Tranquila, puedes volver a dormirte. Sólo es otro suicida en vigilia, tratando de buscar una salida. Ya, lo sé. Es un sueño.
Joder. ¿Me ves?, (golpes) ¿me oyes? ¡¡Despierta!!