Hielo
Me miras y no sabes quien soy. Me hielas los ojos. Cubres tus pasos de huecos, de agujeros, de silencio. Andas, sin saberlo, tras de mí y cuando trato de alcanzarte… has desaparecido. Te has ido. Y sigues aquí. Pero ya te has ido. Y si esta vez lloro, el calor de tu cuerpo sigiloso no calmará mi congoja. No grito ni corro. Recojo tu estela caótica. Y me tumbo en el mundo para sentir que el suelo se hunde y al menos… ambos, desaparecemos con él.